Intrínsicamente la piel envejecida es delgada, pálida, seca, deshidratada y con disminución de la densidad y elasticidad.La elasticidad de la piel disminuye exponencialmente con la edad, y se convierte en una constante aproximadamente a los 32 años.
La piel de las personas mayores es mucho menos firme y más rígida que la de las personas jóvenes, donde el micro-relieve cutáneo es fino, regular e isotrópico.
En las personas de edad avanzada, la red se convierte en más gruesa, menos densa y los surcos son más profundos y en una dirección.
Los signos clínicos asociados con el fotoenvejecimiento de la piel son el desarrollo de las arrugas finas y gruesas, poros dilatados, tono amarillo, laxitud, rugosidad y telangiectasia.
Presenta manchas oscuras, lentigo solar, y ha perdido sus propiedades mecánicas, en particular la elasticidad.
Las arrugas se clasifican en cuatro tipos bien identificados.
Las arrugas que están generalmente en zonas atróficas y son paralelas entre sí.
Las arrugas elastóticas desarrolladas en ciertas áreas de la piel expuestas al sol que se convierten progresivamente en líneas permanentes y se encuentran en las mejillas, el labio superior y el cuello.
Arrugas de expresión siempre orientadas perpendicular a los músculos,
Y las arrugas que se deben a la gravedad y a la flacidez de la piel que ha perdido su turgencia.
Cada tipo de arrugas se caracteriza por distintos cambios micro-anatómicos y se desarrollan en regiones específicas de la piel donde el grosor varía según la localización anatómica en cuestión.
Un estudio muestra un aumento del grosor de la piel del rostro en pacientes ancianos en comparación con sujetos más jóvenes.(con excepción de la región infraorbitaria).
Estos resultados podrían ser las consecuencias de la exposición de la piel al sol.
Sin embargo,y como resultado de foto-envejecimiento, en las extremidades como el dorso de los brazos y de las manos la piel es más delgada y menos elástica.
Extraído y traducido del original publicado en http://www.specialchem4cosmetics.com