29/6/09
El Placer de crear no solo en las crisis
Existen momentos en las organizaciones en los que, sin ser totalmente conscientes de ello, se abren nuevos caminos porque se está pensando creativamente.
En vez de pensar en una “solución mágica” se está intentando cambiar estructuralmente.
Incluir el cambio dentro de nuestro modo de pensar y actuar.
Cambiar de enfoque o al menos tener en cuenta nuevos enfoques. Incluir otras percepciones. No sólo pensar en las consecuencias directas de nuestras posibles acciones, sino también en los efectos indirectos y a largo plazo. Pensar en los efectos de la inacción.
Las barreras o bloqueos más frecuentes que se observan en las organizaciones para lograr que los equipos sean más creativos e innovadores son:
Bloqueos emocionales y racionales de las personas que impiden que la creatividad fluya naturalmente (impaciencia, percepción estructurada, apresuramiento en los juicios, conflictos).
Falta de utilización de técnicas grupales que favorezcan la creatividad.
Falta de tolerancia al error (cultura organizacional).
Negativa a afrontar la inversión, por bajo retorno o protección de inversiones existentes.
Analizaremos aquellos frenos que no vienen del ambiente externo sino que aparecen en nosotros mismos y son propios de nuestra manera de pensar:
Defender siempre nuestras posiciones, defender nuestro punto de vista, no ser vulnerables en cuanto a lo que pensamos o, simplemente la necesidad de “tener razón” nos lleva a eludir la posibilidad de “ver” otros caminos. Este freno se hace mucho más notable cuando, además de bloquear nuestra propia creatividad, bloquea los posibles movimientos creativos de otras personas. La misma lógica que “resguarda” nuestro razonamiento de otros nuevos, niega la posibilidad de distintos puntos de vista de otras personas.
¿Para qué pensar o buscar otra alternativa, si así funcionó bien siempre”. Lo interesante es que cuando surge algo de verdadera importancia, tampoco lo encaramos de un modo creativo por miedo a "arriesgarnos” en un tema tan trascendente. Este segundo freno nos lleva a reservar nuestros intentos creativos sólo para los momentos donde no nos queda otra, dando como resultado un proceso pobre de creatividad.Es la tendencia a aceptar únicamente ideas o propuestas totalmente correctas. Sucede que el proceso creativo admite ideas pensadas como ideas, no como verdades.También existen verdades a medias, sugerencias, incoherencias, ambigüedades. Nada de ésto podría resistir un ataque lógico. Pero debemos comprender que para llegar a una “idea creativa” no es necesario pensar que cada etapa necesaria para llegar a la idea, debe ser correcta. Cualquier idea, no importa cuán incorrecta o ilógica sea, puede ser utilizada por su valor de movimiento ¿qué significa ésto? Significa que en vez de preguntarnos “¿es correcta esta idea?”, sería más útil preguntarnos: “¿cómo puedo mejorarla?”, “¿qué tiene de positivo?”, “¿qué tiene de implementable?”. Más aún de una idea incorrecta surgen, en cadena, ideas correctas.
Consiste en rigidizar las palabras y los conceptos, no "jugar" con ellos, no buscarle nuevos significados. Es no poder interpretar la realidad o no poder reinterpretarla si esta cambió. Para trascender la inercia del pensamiento del “más de lo mismo”, y las estructuras mentales que obstaculizan la libre circulación de ideas necesitamos audacia, espíritu de aventura y valor.
Para usar toda nuestra capacidad mental debemos vencer los miedos a perder, a ser atacados, a lo desconocido, que nos genera sentimientos de desconfianza y de amenaza.
Artículo publicado en FM Farma Argentina (junio 2009)
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